COMPORTAMIENTO
El rinoceronte es un animal solitario y territorial. Por
regla general solo hay asociación entre una madre y su cría menor, y los machos
adultos de todas las especies solo se asocian temporalmente con hembras en
época de celo. Entre los rinocerontes blancos, y a veces en los indios, los
animales inmaduros forman parejas, y a veces constituyen grupos más numerosos.
El rinoceronte blanco es el más sociable de las cinco especies, y las hembras
sin descendencia se reúnen a veces y aceptan la compañía de uno o más animales
inmaduros, pudiendo formarse grupos persistentes de hasta siete individuos. Tanto
machos como hembras se mueven siempre en las mismas zonas o territorios, que
varían en tamaño según la especie y el género (de 9 a 15 km las hembras de
rinocerontes blanco e indio, de 3 a 90 km las de rinoceronte negro), y que
marcan de forma olfativa mediante sus heces y su orina. Las heces son depositadas
y luego dispersadas a coces. Cuando patrullan regiones limítrofes de sus
territorios, orinan con relativa frecuencia. En todas las especies los
territorios de las hembras se solapan extensamente y no hay entre ellas
indicios de territorialidad. Aunque, mientras las hembras del rinoceronte
blanco suelen tener contactos amistosos frotándose las narices, las del
rinoceronte indio responden generalmente con agresividad a cualquier
proximidad. Los machos, sin embargo, tienden a enfrentarse con cualquier otro
macho que invada su territorio. Del mismo modo, tanto el rinoceronte blanco
como el indio responden frecuentemente con acometidas agresivas cuando se les
molesta, pero muy a menudo sus cargas no son más que acometidas ciegas
destinadas a ahuyentar al intruso. En sus enfrentamientos, los rinocerontes
repiten los mismos gestos una y otra vez hasta que uno de ellos se rinde. Los
animales enfrentados aprietan los cuernos uno contra otro y se empujan; no
suelen cargar uno contra otro, tal como hacen otros mamíferos dotados de
cuernos, ya que la masa combinada de ambos bastaría para aplastarles el cráneo
o partirles el cuello en el momento del impacto. Finalizado el conflicto, el
macho dominante proclama su supremacía expulsando una rociada de orina pulverizada
mientras que el macho subordinado se retira. El dueño de un territorio que
resulte vencido deja de marcarlo con orina y de esparcir sus excrementos, y
asume la condición de macho subordinado.
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